Los discípulos y algunos prebísteros decidieron enviarnos a Bernabé y a mí una carta; por medio de Judas, llamado Barsabás, y Silas. Cuando recibimos la carta, nos llenamos de gozo. Se quedaron algún tiempo y dieron algunos discursos a los hermanos que les confortaron. Fueron despedidos agradeciéndoles la visita que nos habían hecho. Bernabé y yo nos quedamos en Antioquía enseñando y anunciando, en compañía de otros muchos la Buena Nueva, la Palabra del Señor.
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